Pasa desde siempre y al menos en lo que va de las últimas décadas cualquier anuncio para controlar el contrabando en las fronteras (sobre todo los más rimbombantes) termina como suele acabar casi todo en Argentina: en un slogan hueco que en los medios dura lo que dura un sugus.
Qué sabemos: que el tráfico en los puestos limítrofes es un pornográfico viva la pepa. Para regocijo de los que contrabandean, se cruza a la vista de todos, incluso de los que deberían vigilarlos, controlarlos y detenerlos. También se sabe que hasta son ayudados y a veces protegidos por el poder político, sobre todo si se trata de drogas.
«Ustedes los porteños no tienen idea de la guita negra y a veces manchada de sangre que se genera en estos cruces ilegales donde los traficantes pasan sin que nadie les pregunte quiénes son y, sobre todo, qué es lo que transportan. Esto se naturalizó y si Trump no pudo con su muro, me huele que lo mismo pasará con este supuesto alambrado«, indica a Clarín un concejal oficialista de Aguas Blancas, en Salta, refiriéndose a la sorpresiva medida para custodiar la frontera con Bolivia, que anunció el Gobernador salteño Gustavo Sáenz con apoyo de Javier Milei y Patricia Bullrich.
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El peligroso cruce con Bolivia con lanchas que trafican las 24 horas
Hace tiempo que este municipio norteño sobresale por los estragos que siempre produce el batido de impunidad, descontrol y connivencia política. A tal punto es el caos que el Gobierno provincial parece haber acordado con los libertarios de Nación alambrar la frontera, quizás envalentonados con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y su famoso muro que en realidad comenzó a construir el demócrata Bill Clinton en 1994 y que el excéntrico empresario hotelero amplió unos kilómetros más en Tijuana, Baja California y una parte de San Diego.
Aguas Blancas representa quizás el cruce más peligroso del país, al menos con Bolivia. Del otro lado está Bermejo, una ciudad que creció caóticamente gracias a las compras de los argentinos. Allí se vende de todo, en general trucherías e imitaciones aunque algunas cosas sean originales. Hay desde indumentaria, blanquería, juguetes, perfumes, relojes, rodados, cubiertas, electrónica, zapatillas y bebidas alcohólicas importadas, hasta drogas y animales.
Clarín fue y vino varias entre Aguas Blancas y Bolivia. No ingresamos al país vecino por el cruce fronterizo donde están las gendarmerías de ambas naciones.Fuimos por donde casi todos y todas van: un maltrecho sendero clandestino de barro que se inicia tras saltar un viejo paredón de piedra que hace de retén cuando, extrañamente, crece demasiado el río Bermejo. Ese ingreso queda pegada a la terminal de Omnibus del Municipio.
Durante buena parte del año, a no ser que llueva mucho, el río aparenta un arroyo a cielo abierto (de esos que abundan en el Conurbano), con una profundidad que apenas supera las rodillas. Tras caminar unos 150 metros, llegamos a la orilla del Bermejo. Lo que vemos parece una set de filmación pero pero no es nada menos que la realidad: una flota de lanchas precarias que se llaman chalanas van y vienen desde y hacia Bolivia con turistas, comerciantes y traficantes. Cobran $2.000 por viaje.
«Desde la semana pasada, ccuando se anunció que iban a alambrar el cruce, cerraron ese paso clandestino que llegaba a la orilla del río desde la terminal de Omnibus», indica un miembro de la Fuerzas Federales que trabaja en el lugar que se anima a conversar con este diario.
Lo que no dice el gendarme es que en este tipo de ciudades con décadas de atraso y carencias sociales, cualquier negocio turbio que las autoridades cierran suelen reaparecer casi en simultáneo y potenciados.
Esta vez no fue la excepción. «El mismo viernes 25 de enero que cerraron ese sendero clandestino, la gente y las bagayeras (mujeres coyas que trasladan productos en grandes bolsas sobre sus cabezas y espaldas) empezaron a cruzar por dos casas que están a unos 70 metros e lugar que clausuraron«, revela un inspector de la propia terminal de Aguas Blancas.
Esas casas serían de propietarios bolivianos. Como pasa en los pueblos limítrofes de Jujuy y otros lugares de Salta, muchos habitantes de aquel país fueron comprando propiedades y fondos de comercio beneficiados por un peso boliviano que durante los últimos 20 años arrasó en valor contra el billete argentino. Ahora, con la estabilidad del dólar y la reevaluación del peso nacional es otro cantar ya que el pais se volvió más caro para los extranjeros.
Por medio de una videollamada, este diario pudo comprobar como un comerciante de Aguas Blancas logró llegar a Bolivia a través de una de estas dos casas. Primero le pagó a una señora que con su hija en brazos invita a pasar. Sobre la vereda, en la mesa pegada a la puerta luce un cartel que en rojo dice «A Bolivia», con un corazoncito dibujado abajo. Después de atravesar el comedor, la cocina y un pequeño patio se accede a un área de piso de tierra, con malezas bajas. Serán unos 60 metros para llegar a la orilla del Río Bermejo.
En este trayecto se ven a dos gendarmes que saludan amablemente, como si estuvieran en el puente fronterizo, es decir, el cruce legal. Al tocar la orilla hay que caminar media cuadra costeando el Bermejo hasta llegar donde están las chalanas. Ahí, todo vuelve a ser como antes y como si nada hubiese pasado.
«Nací y me crié en Aguas Blancas. Esto que te digo tomalo por alguien que es del palo. Por la cantidad de gente que veo entrar y salir por estas dos casas, deben levantar $4.000.000 por día. Obvio una parte se la quedan ellos y otra para los inspectores municipales, polícía provincial y efectivos de fuerzas federales».
Como con los bingos o casinos en la (semi) legalidad, la droga es la madre de todos los negocios en el mundo clandestino. La política lo sabe más nadie. Y están los que sacan tajada a cambio de mirar para otro lado. El año pasado, el pueblo de Aguas Blancas (apenas 2.500 habitantes que aparentan muchísimos más que probablemente no estarían censados por ser extranjeros), se quedó sin bomberos voluntarios porque en el único camión cisterna trasladaban cocaína. Hay varios presos. Incluso detuvieron al intendente, Carlos Alfredo “Conejo” Martínez, tras un pedido del Ministerio Público Fiscal que lo imputó por sus presuntas relaciones con el narcotráfico.
Como pasa en las películas y series, el hermano del intendente investigado, , César “Oreja” Martínez, serían un reconocido puntero político y traficante de drogas. «Oreja», habría financiado campañas y liberado el camino de su hermano para que primero sea concejal y luego intendente de Aguas Blancas. Lo habrían asesinado en una extraño atentado que, al parecer, fue un ajuste de cuentas.
Colas de hasta 3 cuadras para cruzar por el puente
Esta semana arrancó con lluvias en Aguas Blancas, Salta. La caída de agua hizo subir el Río Bermejo, por donde la gente cruza ilegalmente en chalanas (lanchas precarias) para contrabandear de todo.
La subida del río suspende el funcionamiento de estas lanchas debido al peligro que sean arrastradas por la corriente del Bermejo. Es por eso que en estos días lluvia la gente no tuvo otra que llegar a Bolivia y volver (o viceversa) pasando por el puente fronterizo.
Cómo no se puede cruzar por el pasó clandestino, que de clandestino no tiene nada, se formaron largas colas en el puente, que superaron los 200 metros. «La precariedad del sistema de migraciones y aduanas , burocracia y bastante desidia del personal es desesperante. Hay veces que tardas horas. Incluso, para entrar a Bolivia te dan un cartoncito que si lo perdés tenés que pagar una multa. A todo esto, desde el puente ves a todo el mundo cruzando por el bermejo ilegalmente. Es una joda», se queja Pablo L.R, vecino de Libertador General San Martín, en Jujuy, Ledesma, al que le queda más cerca este puno limítrofe que el de su provincia, en La Quiaca con Villazón, Bolivia.