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jueves, diciembre 26, 2024

Trekking en las sierras bonaerenses: un imán que sorprende

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La inmensa cornamenta de un ciervo asoma en los campos dorados. Avanza lentamente hacia una niña que, lejos de huir, le alcanza pasto fresco. El animal lo come, se da media vuelta y se retira. A lo lejos, llegando al arroyo, la figura imponente de un búfalo se recorta en el horizonte. Entonces hay que abrir y cerrar los ojos un par de veces para no dejarse engañar. Pero no, efectivamente están allí. Como en un cuento infantil, Fra-Pal invita a creer lo increíble.  

Pringles, casi un cuento

Desandando la RP51 se llega al pequeño paraje Fra-Pal (Tel.: 02914 079851 / IG: @frapal_tambien_existe), en el Partido de Coronel Pringles, donde la serranía del cordón de Pillahuinco da la bienvenida. Plagado de colinas suaves que maridan piedra y vegetación, este paraíso natural de animales silvestres y campos interminables sí que tiene sorpresas. “Hay muchos pueblos de pocos habitantes que son producto de estancias pioneras, y que han dejado mucho más que campo –asegura Paola García, fotógrafa y guía a cargo de la excursión-. En este predio de 330 hectáreas hay, por ejemplo, más de trescientas especies: ciervos, cabras, búfalos, multicuernos, llamas y muflones conviven libre y armoniosamente”.

Paola vive hace unos 20 años en Fra-Pal, donde la llanura, los ríos, sierras y arroyos la inspiraron a realizar su proyecto de ecoturismo. “Además de senderismo clásico con avistaje de animales, incluimos caminatas bajo las estrellas y en luna llena, con campamentos rurales que incluyen fogón y cena”, cuenta. 

La caminata que realizamos dura casi tres horas, y comienza por un terreno de lomadas, en algunos casos por senderos y, en otros, a campo traviesa, observando y disfrutando del paisaje. La primera parada es en Cerro del Tigre, el establecimiento que invita a disfrutar de un arroyo cristalino, ideal para el descanso.

El amplio valle del arroyo acompaña la segunda parte, y un mallín formado por surgentes de agua reúne a muchos animales que se acercan a beber. Mate y los relatos de Paola sobre el contexto histórico dan cuerpo a la salida, que retorna por otro sendero al punto de partida. Allí, nos espera el campamento. “Antes incluíamos unos menhires salpicados en la sierra, pero el dueño del campo ya no quiso visitas. Hay muchos cuentos en torno a cómo fue que aparecieron allí”, deja a modo de misterio. Al caer la tarde, el sol se posa sobre la mesa donde florece nuestra picada serrana, con productos artesanales elaborados en el propio Fra-Pal, que incluyen pan casero, quesos, escabeches y chorizos secos, y ofician de cierre a una experiencia tan distinta como genial. 

En los pagos del Chueco

Entre la ciudad que supo acunar al inolvidable Juan Manuel Fangio y la laguna La Brava, uno de los pliegues serranos imanta a los aventureros. Allí funciona la escuela de escalada y montañismo Acción Directa de Pablo Pilotta (Tel.: 0223-4063258 / IG: @sierralavigilancia), quien a su vez es propietario del predio y el Eco Camping Sierra de la Vigilancia. “Abrimos en 2000, y la verdad  es que no hemos parado de crecer”, dice orgulloso. Su espacio también ofrece salidas por la zona, y es famoso por su refugio, ubicado en un predio que brinda también alquiler de equipos técnicos.

Ese refugio es punto de partida para conocer el cerro Bachicha, La Barrosa o La Chata, y claro, La Vigilancia, como gran desafío. “Es que nuestro sistema serrano nos brinda muchos lugares, y desde acá hay sendas y picadas hacia las distintas quebradas. Tenés la de Los Piletones, la de los Aromos y la Quebrada del Techo, todas con distinta dificultad y atractivo”, relata. 

Estas caminatas las pueden realizar personas de todas las edades y no es necesario tener gran experiencia, dado que presentan baja y media dificultad. Además, todas las sendas regresan a la base desde cualquier punto del recorrido. El refugio dispone de un amplio comedor con una cocina integrada, baño y sillones donde compartir una gaseosa, cerveza o mates entre amigos. “También tenemos carpones geodésicos estructurales con capacidad para 12 personas, equipados con cuchetas y colchones. Y carpas estructurales con capacidad para grupos más chicos o familias”, completa. Caminar y compartir una noche allí, con la posibilidad de amanecer al pie de la sierra, es un privilegio. 

El refugio más alto en Saavedra

Custodiando uno de los picos del Sistema de Ventania, un refugio nos sumerge en un mar de mil estrellas. Ubicada en el Abra del Hinojo, un serpenteante camino con postales a cada paso, la estancia Cerro Áspero (Tel.: 02923-450529 / IG: @estanciacerro), es el punto de llegada, y de partida, para conocerlo. Si bien es uno de los muchos establecimientos rurales de la zona, sus 1.500 hectáreas incluyen una decena de cerros de la región, curiosamente adornados por miles de árboles (pinos, sequoias, cipreses, pehuenes, cedros, álamos, nogales) plantados por sus dueños hace decenas de años. La estancia ofrece hospedaje en dormis, cabañas alpinas, un domo naranja y, claro, el Huellas de Amistad, el refugio más alto de Buenos Aires, a 650 metros: 

“En el año 2015 un tornado voló un silo en Saavedra. Lo corté al medio y lo fui llevando a la cima del cerro”, cuenta Carlos Eckardt, quien lo levantó. Apoyado sobre una planta de hierro en una ladera del cerro El Vigilante, mira al Abra del Hinojo y al cordón de Bravard. El lugar es increíble y, por supuesto, un punto de partida para caminar. Desde allí salen distintos senderos que el mismo Carlos armó, y descubren parte de un valle atravesado por varios cursos de agua. “Tenemos varias opciones autoguiadas según el grupo, con la posibilidad de 1 a 7 horas caminando por distintas cumbres. Y la de travesía de 2 días con acampe en el cerro Lehman”, invita. 

Escenario ideal de liebres, zorros, gatos monteses, ciervos y antílopes, se han visto también algunos pumas, diezmados por los pocos lugareños por ser implacables cazadores de sus ovejas. Si bien es difícil llegar aquí, y muchas veces los GPS fallan, bien vale la pena. Tan inhóspito como salvaje, este espacio hace honor a una naturaleza en estado virgen, lo que atrae a muchos visitantes cercanos como turistas lejanos, que se asombran al llegar al refugio: se ve cerca, pero cuesta de veras.

La subida es empinada y pocos la hacen en menos de 40 minutos. Después de la caminata, llega el premio. Algunos se acomodan dentro, otros van al baño o se acercan a la cocina. El resto, vamos al exterior, cerca del chulengo que ya crepita maravillosamente. “Además del trekking, los ríos cristalinos y la fauna, a la gente le sorprende el cielo. Te cansás de contar estrellas… ¿o no?”.

En las Sierras Bayas

A instancias de Olavarría, un puñado de villas y caseríos envuelven tantos secretos como lugares llenos de naturaleza. A sólo 15 km de la ciudad, el antiguo sistema de las Sierras de Tandilia ofrece una aventura que combina naturaleza, historia y vistas espectaculares. Se trata de Sierras Bayas, punto de partida para los cerros Largo, Aguirre y Del Diablo. “El recorrido que ofrecemos comienza en el monte de Los Fresnos, donde ascendemos a la punta oeste del Largo. Desde allí, las sierras y las vastas llanuras ofrecen una panorámica tanto de Olavarría como de las mineras, que son parte de nuestra geografía”, cuenta Lucho Belo de XTime Turismo Aventura (IG: @xtime,aventura). Además de las imponentes vistas, este sector también alberga sitios arqueológicos recientemente descubiertos y estudiados por grupos de investigación. 

“En la cresta del cerro varios senderos se abren para caminar, hasta la Picada de la Cruz, cerca de la cumbre (306 m)”, amplía. La Gruta de la Virgen, ubicada al pie de un gran eucalipto, es otro punto destacado de la travesía. “Desde la gruta, es posible tomar varios caminos que llevan hasta el Monte Pelloni, uno de los tantos centros de detención clandestina de la última dictadura militar. Antiguamente fue un vivero, y hoy es un Espacio de la Memoria repleto de árboles de diferentes especies”, completa.

Muy cerca se ven también los restos de un tanque Sherman, vestigio de antiguas maniobras militares aquí. Inmediatamente, hay paredes de roca equipadas para rapel y escalada, y un sector para parapentes, dando cuenta de la multiactividad que ofrece esta sierra. 

Ya de regreso, puede verse Sierra Chica, Colonia Hinojo e Hinojo, poblados dispersos en la ondulante topografía local. El final del circuito incluye el paso por las calles del pueblo, con visita al museo y la antigua planta de cemento Portland, la primera despachadora de este tipo en Latinoamérica. La salida puede completarse en unas 6 a 8 horas, sin embargo, la zona ofrece la posibilidad de extender la experiencia a 2 o 3 días, permitiendo el campamento para explorar en mayor detalle cada sitio.

Tandil, una garantía

La ciudad que se destaca por su producción de quesos y chacinados, y es famosa por sus tenistas y carreras de running, hace de su historia con la piedra un verdadero producto turístico. Las 24 hectáreas del Valle del l Picapedrero remiten a la creación de Tandil y son el escenario de caminatas cortas o largas, según se desee. “Son senderos pensados para hacer trekking de manera libre, donde el caminante puede disfrutar de picadas circulares entre bosques y piedras, subiendo y bajando parte de este Sistema Tandilia, el más antiguo de la Argentina y segundo de Sudamérica tras el de Brasilia”, asegura Jorge Ceschini (Tel.: 0249 465 8795), guía de alta montaña y miembro de la asociación de guías local. 

Pese a que siempre recomienda la compañía de un guía habilitado o un baqueano, rescata que estos senderos auto guiados suelen ser una motivación para iniciantes. Pueden durar entre hora y media y dos, con la posibilidad de combinarlos y pasar una tarde disfrutando de la flora y la fauna, así como de la historia de los asentamientos de picapedreros. 

“Caminar entre cerros, pircas, canteras y restos de casas de antiguos pobladores nos permite tomar dimensión de la vida que floreció acá”, rescata. Casi todos los senderos son de dificultad baja a media, y Jorge ofrece guiarlos por aquí y por otros sitios cercanos, siempre con reserva previa. “Se suma la historia local y, desde luego, una picada serrana de esas que nos hicieron famosos, para disfrutar del atardecer con lo mejor que tiene Tandil”, completa. 

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