Martín Caparrós: Puedo pensar en mi muerte pero me apena, porque me gusta ser quien soy y quisiera seguir siéndolo
Martes, 12 de noviembre de 2024
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El escritor argentino reveló días atrás que tiene ELA, una enfermedad incurable. En su nuevo libro, Antes que nada, habla de esto y recorre su vida.
No es habitual que lo más difícil de una entrevista sea el saludo pero ahora pasa. Hola, dice Martín Caparrós desde la videollamada, en su casa de Madrid y hay que responder: Hola, ¿cómo estás?, pero ¿cómo le va a preguntar uno cómo estás a alguien que, se sabe, está muy enfermo y acaba de escribir un libro donde cuenta su vida pero donde, también, piensa en esa enfermedad, el ELA, que no se sabe de dónde sale ni da ninguna oportunidad de pelearla.
Estoy hablando con un hombre que acaba de escribir: en un tiempo no demasiado largo ya no podré mover los brazos ni seguramente hablar ni, supongo, tragar. Que no voy a poder tomar este mate ni fumarme aquella shisha ni comer un sanguchito; que no voy a poder escribir y, al final, tampoco respirar. Entonces, ¿cómo le digo Hola, ¿cómo estás?. Da miedo de que conteste la verdad.
El libro que publicó Martín Caparrós se titula Antes que nada y sí, tiene mucho que ver con la Esclerosis Lateral Amiotrófica, esa enfermedad neurológica que va atacando los músculos y que a Caparrós algún médico le describió como una especie de envejecimiento acelerado. Hace tiempo que Caparrós está en silla de ruedas porque las piernas dejaron de cumplir su función de sostén. Y, sabe, la enfermedad irá también por sus brazos. Todos los hoy serán mejor que cualquier mañana. Es difícil saberlo. Y, sin embargo, aparece tranquilo.
Antes que nada habla sin mermelada de esa enfermedad, de lo que hará, de la pena de ese final anunciado: no vale decir todos nos vamos a morir porque, como escribe Caparrós: No saber de qué vas a morirte se traduce fácil por no saber que vas a morirte. Saberlo es la jauría. Pero, además, en el recorrido de una vida, Antes que nada es una crónica de la segunda mitad del siglo XX.
Protagonizada por un personaje singular, que -cosa de la vida- tuvo como maestra jardinera a una chica de 20 o 21 años que se llamaba Norma Arrostito y que fue, pocos años después, fundadora de los Montoneros y, quince más tarde, asesinada en la Escuela de Mecánica de la Armada argentina, el matadero más cruel de nuestra historia. Padre español y médico psiquiatra, madre judía y médica psicoanalista, los dos de izquierda: Caparrós-niño terminaría sentado junto a Fidel Castro o iría con su padre a hablar con Perón, quien haría que le trajera un café con leche su asistente… José López Rega. Hay muchas de esas cosas en el relato.