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lunes, agosto 25, 2025

Sin ficción nacional en la TV, al teatro comercial argentino le será difícil sobrevivir

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La falta de ficción en la televisión abierta afecta negativamente no sólo a la economía individual del conjunto de actores y actrices sino que, desde mi punto de vista, también acarrea un perjuicio futuro para el mundo de la industria teatral.

Tiempo atrás, la difusión en la televisión gratuita de los trabajos de centenares de buenos artistas provocó, en muchísimos casos, el interés de la audiencia por verlos “en vivo”. Sobran los ejemplos de aquellos muy buenos programas televisivos desde los cuales se lanzaron a los escenarios a muchos de los que, aún hoy, encabezan las marquesinas de los teatros más grandes.

Los programas de televisión nunca garantizaron la convocatoria teatral, pero sí fueron una usina que popularizó a grandes talentos.

En sus inicios -solo por dar algunos ejemplos- la audiencia masiva empezó a conocer a Marilina Ross, a Federico Luppi, a Norma Aleandro, a Carlos Carella, a Juan Carlos Gené, a Bárbara Mujica o a Emilio Alfaro, gracias a Cosa Juzgada, un excelente ciclo televisivo del director David Stivel.

Luego vinieron decenas de propuestas que permitieron consagrar popularmente a actores y actrices hasta permitirles encabezar espectáculos por su convocatoria, incluso hasta estos tiempos. Sólo por recordar algunos: Arturo Puig realzó su convocatoria luego de Grande, Pá; Carlos Andrés Calvo después de El Rafa y Amigos son los amigos. Y otros se hicieron figuras teatrales convocantes luego de éxitos televisivos como Son de Diez (Florencia Peña) o Poliladron (Adrián Suar).

La audiencia teatral argentina tiene mucho sustento en los nombres propios. A lo que se suma que no tenemos, también por geografía, una masa crítica de espectadores como la que llega a Nueva York o Londres para ver espectáculos, donde prima más la producción que los nombres de quienes se suben a los escenarios. Señas de identidad del teatro local. Explicaciones necesarias para entender la insistencia en promover espacios en los que actores y actrices despeguen y se lancen.

«Poliladron» saltó de la tele al teatro. Y figuras como Diego Peretti y Adrián Suar se hicieron dominadores de las taquillas.

Preguntas a futuro

Me surgen varias preguntas: ¿quiénes serán los que van a encabezar los títulos de la escena teatral en el futuro? ¿Podrán sostenerse económicamente los artistas y los grandes teatros recortando el ritmo de las funciones semanales, práctica hoy tan de moda?

¿Alcanzará en el futuro próximo con algunos éxitos actuales en plataformas? ¿Podrá desplegarse y crecer la actividad teatral si estos nuevos formatos se apoyan, justamente, en los protagonistas ya consagrados?

Podemos programar joyitas teatrales que nos enorgullecen, pero para cumplir con las obligaciones de nuestros planteles de trabajadores, para mantener los costos y para seguir imaginando inaugurar otra sala, dependemos de los éxitos grandes. Como teatrista, el tema me preocupa.

Carlos Rottemberg y una visión a futuro de lo que puede pasar con el teatro en la medida que no haya ficción argentina en la televisión abierta. Foto: Ariel Grinberg

La avenida Corrientes de Buenos Aires me lleva a hacer una analogía con el cine. Pienso que no inquietaba el futuro de la calle Lavalle -hace cincuenta años- cuando era la arteria mundialmente reconocida por la cantidad de salas concentradas en sólo cuatro cuadras. El cine sigue existiendo. Lavalle como tal, no.

El teatro es un arte milenario y siempre existirá, lo que planteo tiene que ver con el segmento que ocupa dentro de las industrias culturales.

Se equivoca quien festeja el corrimiento de una gran masa de importantes nombres propios a los escenarios de la Avenida. Corrientes -como viene ocurriendo- ante la falta de ficción. Tengamos perspectiva de futuro. La situación la asemejo a quien se alegra por cargar nafta minutos antes del aumento de la medianoche. ¿Y el próximo tanque?

Apoyar la ficción televisiva

Desde el quehacer teatral -cuna de la ficción en vivo- debemos apoyar el regreso de nuestros actores a las pantallas masivas. Esa que sigue conviviendo con los nuevos avances tecnológicos en la oferta del entretenimiento en infinidad de países del mundo. No es una u otra. Ambas se complementan y amplían. De hecho la ficción televisiva gratuita mantiene fuerza desde Brasil a Turquía, sólo por dar un par de ejemplos.

Aún reconociendo la caída de la torta publicitaria en la televisión, algunos pensamos que el rating fue cayendo a medida que se reemplazó la ficción por tanto formato de bajo costo. La mirada crítica no está puesta en lo que hay sino en lo que falta. Vale aclarar que la situación actual no es sólo producto de la televisión privatizada. Tampoco desde el canal del Estado se promovió la actuación de nuestro talento, que además incluye a autores y directores de esa rama.

La realidad impone una gran mesa televisiva de concertación que involucre a todas las partes interesadas. Ya hay primeros indicios de encuentros para el diagnóstico conjunto, paso fundamental para lo que pueda surgir.Sin dudas, además de solidario hacia el colectivo de artistas con el cual nos relacionamos profesionalmente, recalcular el tema resultará también otra eficaz manera de continuar fortaleciendo la industria teatral del futuro.

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