Gonzalo Valenzuela volvió a abrir su corazón y habló sin rodeos de uno de los temas más sensibles de su vida: la salud de su hijo mayor, Silvestre, fruto de su relación con Juana Viale. El adolescente de 17 años fue diagnosticado con epilepsia a los 12, y desde entonces tanto él como su familia transitan un camino de aprendizajes y desafíos.
En las últimas horas, Gonzalo participó del podcast Código Púrpura, impulsado por la Liga Chilena Contra la Epilepsia, donde puso en palabras lo que significa acompañar a su hijo en este proceso. “Lo importante es que se conversen estas cosas”, remarcó, convencido de que visibilizar el tema ayuda a derribar prejuicios.
Con cierta complicidad, Valenzuela contó que el joven incluso se inventó un apodo para atravesar la situación con humor: “Silvexia”. Pero enseguida fue directo a lo esencial: “Él se hace cargo de tomar su medicamento todos los días, en la mañana y en la noche, y es súper responsable, sabe que debe hacerlo constantemente”.
Valenzuela explicó que su rol como padre fue clave en los primeros años del tratamiento. “Machacando todos los días, recordándole la importancia del tratamiento”, recordó. Sin embargo, con el tiempo entendió que había que dar un paso fundamental: “Hay que entregarle la responsabilidad. Además, él sabe que si cumple dos o tres años sin episodios, esto baja”.
CÓMO ES LA RUTINA DE GONZALO VALENZUELA CON SILVESTRE POR SU TRASTORNO NEUROLÓGICO
No todo fue fácil. En la entrevista, Gonzalo expuso un momento delicado que los marcó: “Terminó hospitalizado, con tres crisis seguidas por haber tomado alcohol”. Fue entonces cuando hablaron de los límites que no podía cruzar. “Tiene clarísimo que en su condición hay límites que no puede cruzar y eso, como papá, me tranquiliza. No puede tomar ni una gota de alcohol, tiene claros los límites, y eso me da tranquilidad”, confesó.
El propio Gonzalo reconoció que también tuvo que modificar su vida para acompañarlo. Desde aquel episodio, en su casa no se consume alcohol. “No es algo esencial para nuestras vidas. Tengo que mostrarle a él que la vida puede ser igual o más entretenida”, subrayó.
Entre risas, recuerdos y confesiones duras, Valenzuela dejó claro que ser padre implica más que presencia: significa sostener, educar y también aprender. Y en ese camino, el vínculo con su hijo Silvestre se convirtió en un ejemplo de amor y resiliencia.