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martes, agosto 5, 2025

«Chau Jorge»: el tortugo se quedó sin señal y ya no se va a poder seguir su viaje

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La fascinante liberación y el seguimiento del viaje del tortugo Jorge al norte de Brasil, encontró un final. Ya no se podrá conocer su ubicación y movimientos con el telémetro que lleva en su lomo y que permitió a los científicos de Mar del Pata aprender más del comportamiento de su especie.

El tortugo vivió 40 años en una pecera en la ciudad de Mendoza. Cuando cerró el acuario, la comuna decidió la readaptación del tortugo a su hábitat y junto al Aquarium de Mar del Plata, lo trasladaron en avión a la Costa Atlántica para entrenarlo y que pueda volver al océano.

Jorge tiene unos 60 años y pesa 100 kilos. El 11 de abril, en una embarcación de la Prefectura Naval Argentina que zarpó desde Playa Constitución en Mar del Plata, el tortugo fue devuelto al mar.

En una noche, cruzó el Río de la Plata y a medidos de julio había llegado aleteando a la Bahía de Guanabara, en Río de Janeiro. Le faltan solo 1.600 kilómetros para Salvador de Bahía y Praia do Forte, el paraíso del norte de ese país, donde se cree que nació.

«Desde la liberación de Jorge, el 11 de abril de 2025, pudimos registrar con precisión su trayectoria a través del monitoreo satelital durante 109 días, en los que recorrió entre 3.500 y 4.000 kilómetros en mar abierto. Este período nos permitió confirmar que la reinserción de Jorge a su hábitat fue exitosa», concluye Mariela Dassis, doctora en biología e investigadora del CONICET, quien estuvo a cargo del seguimiento satelital de Jorge.

«Este tipo de instrumento tiene una vida útil», afirma Dassis. La duración del seguimiento depende de la batería del telémetro, que no es recargable; de la rotura de la antena; y la acumulación de «biofauna y organismos incrustantes», detalla sobre las posibles razones de la pérdida de la señal y el fin del monitoreo.

El telémetro emitía una señal solo cuando el tortugo salía a respirar, varias veces al día. Por los sensores de humedad y conectividad, el equipo de biólogos en Mar del Plata conocía la hora y el sitio donde nadaba Jorge.

«Cuando fue liberado se movió rumbo al Norte. Nadó alrededor de 30 horas seguidas, entre 60 y 80 kilómetros, a una velocidad de entre dos y tres kilómetros por hora. Después se detuvo en una misma zona un par de días y volvió a avanzar», explicó Dassis.

La liberación del tortugo Jorge se produjo en Mar del Plata.

Jorge es de una especie considerada en peligro por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Es de la especie Caretta-Caretta, o cabezona, una tortuga migratoria, de mares tropicales y subtropicales, que se desplaza por corrientes cálidas de las costas de Uruguay y el sur de Brasil.

«Hemos rehabilitado muchas tortugas, alrededor de 25, pero ninguna que haya estado tantos años en cautiverio, como es el caso de Jorge», dice el biólogo Alejandro Saubidet.

«La tortuga logró orientarse y se desplazó hacia las aguas cálidas de Brasil, mantuvo velocidades normales para su especie y presentó patrones de comportamiento esperables (desplazamientos y permanencia en zonas de alimentación y orientación adecuada). Todo indica que realizó una migración típica para un macho de tortuga verde», de acuerdo con el estudio del equipo de biólogos.

Y destacan: «En solo 18 días logró cruzar la frontera con Brasil, lo que demuestra un excelente estado de salud y una gran capacidad de orientación. Estos dos factores eran claves para evaluar el éxito de su reinserción al medio natural: Su capacidad para orientarse con precisión, realizar una migración típica y adaptarse al medio natural constituyen un verdadero hito para la conservación de tortugas marinas».

¿Sigue con vida?

«Lo más fabuloso ha sido el tiempo de rastreo que se le pudo dar, la batería había funcionado muy bien, pero dentro de la bahía de Guanabara (Río de Janeiro) hay muchas interferencias, no es bueno que se haya metido ahí», dice el biólogo Alejandro Saubidet, director científico del Centro de Recuperación de Fauna Marina del Aquarium en Mar del Plata.

El 29 de julio (00.58, hora local en la bahía de Guanabara), fue el último día que el equipo de monitoreo recibió una señal de Jorge, quien se comunicó cada vez que salía a la superficie durante cuatro meses.

«Esta situación no implica ningún indicio negativo sobre su salud o comportamiento. Todo lo contrario. Jorge se encuentra en la bahía de Guanabara, un hábitat natural para las tortugas de su especie, elegida por miles de estos ejemplares ya que nadan en aguas cálidas y con gran presencia de alimento, como calamares y cangrejos», asegura Dassis.

Y entiende que las características de esta bahía, de baja profundidad y alta carga de sedimentos y materia orgánica en suspensión, «suele afectar los sensores y dificultar la transmisión».

Otro dato que al equipo de biólogo le genera mucha tranquilidad es que el transmisor nunca marco “hold out”, porque, en ese caso, emitiría una señal cuando el caparazón permanece fuera del agua: «Jorge siempre ha estado y continúa en el medio acuático», concluyen.

A pesar de la interrupción, el monitoreo fue un éxito: la transmisión se sostuvo durante casi cuatro meses, una duración considerablemente superior al promedio de este tipo de seguimientos.

El peligro que persiste, según detalla el equipo de biólogos, es la contaminación oceánica por plásticos, incluyendo el celofán, un problema ambiental grave que afecta a la vida marina. La pesca en redes es el otro gran riesgo que corre en el mar.

Además de permitirnos monitorear de cerca su reinserción en el océano, el seguimiento satelital de Jorge brindó información valiosa sobre los movimientos de los machos de tortuga verde, una etapa de la vida poco conocida hasta ahora, ya que los machos no regresan a tierra como las hembras para anidar.

Los científicos preparan un informe de la liberación y readaptación de Jorge, después de tres años de preparación, que incluyeron evaluaciones clínicas, entrenamiento, monitoreo intensivo y el trabajo conjunto de numerosas instituciones y equipos interdisciplinarios comprometidos con su bienestar.

«Agradecemos profundamente el interés, el acompañamiento y la sensibilidad de todas las personas e instituciones que siguieron de cerca este proceso. Creemos que Jorge nos ha dado un valioso ejemplo de que la naturaleza y el hombre pueden compartir el mismo camino, poniendo siempre adelante el bienestar de los animales», reflexionó la bióloga que lo acompañó en su vuelta a casa.

SC

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