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viernes, enero 31, 2025

Cáncer en Argentina: el dato preocupante del diagnóstico y el «duelo oncológico»

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Por los avances en los tratamientos contra el cáncer, los especialistas aseguran que vamos en el camino de la cronificación de la enfermedad. Pero para llegar a eso, hay que sortear dos fallas que son hoy abismos: el acceso a esos medicamentos innovadores y, antes aun, al diagnóstico temprano que permita un pronóstico alentador. Un nuevo informe, difundido en la previa del Día Mundial del Cáncer que se conmemora el martes, alerta sobre esto y sobre otro factor clave: la contención emocional en los pacientes oncológicos.

Según datos de Globocan –la base de datos de cáncer de la OMS–, en Argentina se diagnostican 133.420 casos nuevos de cáncer al año y mueren más de 70.000 personas, lo que pone al país en el quinto lugar entre los de mayor incidencia de América Latina. Los más frecuentes, que concentran casi el 40% de los diagnósticos, son el de mama (16,2%), colorrectal (11,9%) y pulmón (9,8%). El riesgo de fallecer de cáncer antes de los 75 años es hoy del 13% para los varones y del 9,4% para las mujeres.

Para disminuir ese riesgo, el diagnóstico temprano es clave. Pero el acceso a ese diagnóstico presenta aún muchos obstáculos, advierte la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC) en «Vivir con Cáncer en Argentina», un documento que elaboró sobre el cuadro de situación de la enfermedad hoy en el país.

Allí cita una investigación hecha por la ONG All.Can en 2020 que registró que sólo 12 de cada 100 pacientes se enteraron de su enfermedad de forma temprana.

«El retraso entre el inicio de los síntomas y el momento del diagnóstico fue de 6,2 meses en caso de pacientes sin cobertura privada y se redujo 2 meses en aquellos que sí cuentan con ella, evidenciando la brecha relativa a la pertenencia a distintos sectores socioeconómicos«, remarca el documento, que enfatiza que tanto en el diagnóstico como en el tratamiento del cáncer hay inequidades que presentan además un fuerte componente geográfico.

“En algunas provincias con un nivel socioeconómico menor, la incidencia y la mortalidad de ciertos tumores es mayor que en otras poblaciones como las de la ciudad de Buenos Aires y otras grandes ciudades”, señala Claudio Martín, jefe de Oncología Torácica del Instituto Alexander Fleming y presidente de la AAOC.

Dos datos que respaldan los dichos de Martín: la tasa de mortalidad por cáncer de cuello uterino –un cáncer prevenible con vacunación y tamizaje– es ocho veces mayor en las provincias más pobres que en las más desarrolladas. Y el 65% de la tecnología médica y los equipos de diagnóstico por imágenes disponibles en el país están concentrados en un radio de 60 kilómetros alrededor de Buenos Aires.

“Al ser Argentina un país muy grande y muy heterogéneo en cuanto al acceso a salud y nivel sociocultural, lamentablemente la realidad en las grandes ciudades -en lo que respecta a prevención, diagnósticos tempranos y tratamientos en medios privados- es muy diferente a la de ciudades o pueblos más chicos del interior”, describe María Florencia Cuadros, oncóloga del Grupo de Investigación en Oncología Clínica del Sanatorio Parque de Rosario.

El impacto emocional del cáncer

Más allá del tratamiento del tumor en sí, en los últimos años se empezó a poner el foco también en un componente no menor del abordaje del cáncer: su impacto psicoemocional.

«El paciente y su familia sufren un shock con el diagnóstico y, en muchos casos, aparece la idea de la muerte, dolor, sufrimiento y deterioro. Hay quienes cuestionan por qué apareció la enfermedad, otros se culpan y muchos buscan un significado de lo que les pasa. Todas estas ideas llevan a la angustia, ansiedad e incluso depresión”, alerta Adriana Romeo, jefa del Servicio de Psicopatología del Instituto de Oncología Ángel H. Roffo.

“Los pacientes con cáncer atraviesan lo que se llama duelo oncológico”, le pone nombre a esa montaña rusa de emociones Macarena Fernández Iglesias, psicooncóloga y coordinadora de Programas en Asociación Civil Sostén. Este concepto, si bien fue establecido por la psicóloga suizo estadounidense Elisabeth Kübler-Ross en la década del 70, recién a partir del 2020 comenzó a utilizarse en Argentina.

«Seguramente todos pasamos por un duelo alguna vez por una pérdida, no solamente de una persona que fallece, sino la pérdida de un trabajo, de una relación amorosa. Y en este caso lo que se duela es el cuerpo sano. Y como en todo duelo, hay etapas”, aclara.

Esas etapas no necesariamente tienen que aparecer todas juntas ni tampoco son estrictamente consecutivas. Puede aparecer una, después otra, retroceder y volver a la primera, saltarse una etapa… Fernández Iglesias remarca que dependen de cada persona y que este duelo se da aproximadamente en el primer mes.

«En una primera instancia suele aparecer el shock, pero también puede aparecer shock en una quimioterapia o una radioterapia. Las otras etapas son la negación, la depresión (que es el momento en el que el paciente se entristece) y la ira, en la cual están muy enojados con el diagnóstico, con sus creencias, con Dios, con la familia que no los entiende. Y, finalmente, la aceptación que uno tiene cáncer, que se va a curar o no, depende del pronóstico que le dieron. Sería ideal que todos lleguen a la aceptación«, enumera.

Y da un consejo: «Hay que entender que el paciente quiere ser escuchado y no ‘recomendado’. Para las recomendaciones están los médicos. Quiere que lo escuchen, que validen sus emociones y no ser juzgados, así que hay que evitar las comparaciones con otros casos».

La licenciada en Psicología reconoce que el acceso al tratamiento psicooncológico “todavía es complicado” porque también en este caso hay inequidad.

“No todos los hospitales y no en todas las provincias hay profesionales de psicooncología. Y además a no todas las personas, tanto en el público como en el privado, les sugieren la consulta. Aún es desconocido que existe esta especialización”, dice.

También cuenta que, en particular en el ámbito público, muchos pacientes terminan abandonando la terapia porque le dan turno en un día diferente a cuando tiene que ir hay al tratamiento o ver al médico. “Por ahí es un hospital central y el paciente tiene que viajar desde otra localidad, es muy complicado ir dos veces en la misma semana y termina dejando”, lamenta.

La falta de datos y la inteligencia artificial

Además de los problemas en el acceso al diagnóstico y el tratamiento, el informe advierte que “uno de los desafíos más importantes que enfrenta el país en relación con el cáncer es la falta de una visión estadística integral y representativa”. Este déficit de datos imposibilita trazar un cuadro certero de la situación territorial y del sistema hospitalario y, en consecuencia, limita el desarrollo de políticas públicas”.

“El relevamiento continuo de las problemáticas en base a estadísticas locales debería ser fundamental para detectar cuáles son las necesidades prioritarias. Al reunir esa información, podrían adoptarse políticas de salud concretas, incluyendo campañas de prevención y detección temprana del cáncer. Es decir, el trabajo integral se debe basar en la información y mejorar la comunicación para poder lograrlo”, señala Yanina Pflüger, oncóloga del Instituto Alexander Fleming.

Un tercer conjunto de desafíos se relaciona con las nuevas tecnologías, como los tests genéticos y las posibilidades que abre la inteligencia artificial (IA). “El desafío principal es definir cómo vamos a afrontar estos costos y cómo vamos a asegurar la igualdad en el acceso a estas nuevas tecnologías, a estos nuevos tratamientos, para todos los pacientes”, pide Martín.

Estrategias para abordar el cáncer

En el documento, que se realizó con el apoyo de Bristol Myers Squibb, se recopilan voces de especialistas y pacientes, y se esbozan también ideas para un abordaje integral de esta problemática. Algunas de las recomendaciones son:

  • Brindar apoyo psicológico integral. Incluir la salud mental como parte de la atención integral de los pacientes. Promover su escucha activa y validación emocional. Crear y potenciar programas y grupos de apoyo, como iniciativas lideradas por pacientes.
  • Educar a los pacientes sobre su enfermedad. Poner a disposición información clara y basada en evidencia
  • Garantizar el acceso equitativo. Tanto al diagnóstico temprano como a los tratamientos, sin importar la ubicación geográfica o condición socioeconómica.
  • Personalizar la atención. Los pacientes desean ser tratados como individuos únicos, no con un enfoque generalizado.
  • Fortalecer el apoyo emocional a los cuidadores. No solo con acceso a atención psicológica para manejar la carga emocional que implica su rol, sino también con políticas que garanticen sus derechos laborales y con talleres y programas educativos para enseñarles estrategias de autocuidado y manejo de las necesidades del paciente
  • Redoblar los esfuerzos de recolección de datos. Sobre la situación del cáncer en el país, para trazar políticas públicas eficientes.
  • Impulsar iniciativas de prevención y detección temprana.
  • Fomentar la innovación tecnológica. También la capacitación médica constante sobre los avances.
  • Poner en valor el rol de las asociaciones de pacientes. Tanto desde el apoyo práctico como el emocional que brincan a los pacientes, pero también como actores sociales que actúan como puentes entre los pacientes, las instituciones de salud y la sociedad.
  • Trabajar en forma multisectorial. Articular políticas sanitarias entre los sectores público y privado y las ONG’s.

AS

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