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miércoles, enero 29, 2025

Cuál es el significado de utilizar camisas a cuadros de franela y qué refleja de ti según la Psicología

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Las camisas a cuadros surgieron en Gales como una solución práctica para resistir el frío y expandieron su simbolismo en Europa y Estados Unidos. (Imagen Ilustrativa Infobae)

La moda, más allá de su función básica de vestido, representa un lenguaje profundo dentro de la sociedad, pues es un elemento cargado de simbolismo, expresión ideológica y transformación histórica.

Según el análisis realizado por escritores como Umberto Eco y Renato Sigurtá, entre otros, el fenómeno de la moda va mucho más allá de simples tendencias en el vestir, pues se presenta como un “lenguaje articulado” que refleja las transformaciones sociales, los cambios políticos e incluso las luchas personales de identidad.

Por ello, el hecho de que una persona utilice ciertas prendas es considerado un indicativo de su personalidad o de la labor que realiza día a día.

La Revolución Industrial marcó la popularización de la franela en contextos laborales exigentes, resaltando su durabilidad y comodidad.

De acuerdo con la revista GQ México, el origen de las camisas de franela a cuadros se remonta al siglo XVI en Gales, donde surgió como una solución práctica para enfrentar las duras condiciones climáticas de la región.

Los habitantes de esta zona comenzaron a producir un material que ofrecía mayor calidez y resistencia en comparación con otras telas de lana disponibles en la época. Este tejido alcanzó la popularidad no sólo porque protegía del frío y la humedad, sino también por su durabilidad, características que lo convirtieron en un recurso esencial para la vida cotidiana.

Con el tiempo, la franela se expandió por Europa, estableciéndose en países como Francia y Alemania durante los siglos XVII y XVIII. Sin embargo, su verdadera transformación ocurrió en el siglo XIX, cuando la Revolución Industrial facilitó su llegada a los Estados Unidos en 1869.

En este nuevo contexto, la franela se consolidó como el tejido predilecto de la clase obrera, gracias a su capacidad para ofrecer protección y comodidad en entornos laborales exigentes, razón por la que se asoció con leñadores y granjeros mientras que en Europa adoptó un papel similar entre campesinos y obreros.

Por ello se cree que las personas que eligen este tipo de camisa con frecuencia podrían estar priorizando la funcionalidad sobre los aspectos puramente ornamentales de la moda. Además, esta preferencia por lo práctico puede estar relacionada con un estilo de vida que valora la eficiencia y la simplicidad.

De acuerdo con la psicología de las formas, aplicada en escuelas de arte, diseño y marketing, tanto los cuadrados como los rectángulos, son figuras que simbolizan estabilidad, orden y seguridad, pues su estructura sólida y simétrica evoca sensaciones de equilibrio y confiabilidad.

Sin embargo, es importante destacar que no existe una sola razón para que las personas utilicen estas prendas, pues muchas veces la elección de las camisas a cuadros es inconsciente. Algunos creen que es un reflejo de apego a las tradiciones o a los valores clásicos mientras otros comentan que es un símbolo de masculinidad, hecho relacionado con las labores masculinas.

Las camisas de franela se asociaron con la clase trabajadora y reflejaron una preferencia por lo funcional sobre lo estético. También se relaciona como expresión inconsciente de valores tradicionales o conexión con símbolos masculinos laborales.

De acuerdo con el análisis realizado por diferentes personalidades, la moda ha servido como escaparate de las identidades colectivas y las ideologías políticas, pues fenómenos históricos han recurrido a las prendas para dar a conocer su postura.

Un claro ejemplo de ello son el sansculotismo francés, el movimiento de los descamisados en Argentina o los pies descalzos de los hippies en las décadas de 1960 y 1970.

De acuerdo con Umberto Eco, cuando la moda conecta códigos indumentarios con opciones ideológicas, tiene una capacidad expresiva “muy poderosa”. Otro ejemplo del impacto político de la moda puede encontrarse en la transformación de las normativas sobre los trajes de baño en las playas del norte de España durante el franquismo.

Según testimonios recogidos en el texto La psicología del vestir, en Santander y San Sebastián se pasaron de bañadores reglamentados y severamente vigilados en la década de 1950, a la permisividad del bikini e incluso la tanga en los años setenta, un cambio directamente relacionado con la liberación cultural de la sociedad española.

Desde el punto de vista de Sigurtá, este fenómeno tiene un componente mágico y exhibicionista, ajeno en muchas ocasiones a su funcionalidad. Ejemplo de ello es cómo, en contextos de calor extremo, se imponen elementos como “botas altas en Madrid en pleno verano” o “pelucas durante los días más calurosos”. Esta reflexión se complementa con el análisis del uso de determinados accesorios como sombrillas, bastones y pañuelos, cada uno con “connotaciones significativas” de la vida social.

Para Gillo Dorfles, la “relación entre la moda y las artes puras” evidencia la sofisticación (o empobrecimiento) de las sociedades. Según este autor, la “vulgaridad del vestir” en ciertas regiones puede contrastarse con la elegancia en países como España, Francia o Italia, destacando cómo el gusto estético influye reflejando la identidad y las dinámicas colectivas.

La moda, tal y como lo describe en sus notas Carmen Bravo Villasante, tiene un “lenguaje extraordinario” que puede observarse tanto en las calles como en los museos. Desde los cuadros renacentistas hasta las descripciones de literatura gótica o los diseños más abstractos del siglo XX, este lenguaje nos permite entender los roles culturales de cada época. “Si escogemos una determinada indumentaria, es porque ese día queremos decir algo muy especial”, reflexionó Villasante sobre la elección del atuendo como una herramienta consciente de autoexpresión.

Este conjunto de ensayos y análisis sobre la moda no sólo invita a reflexionar sobre su impacto en el día a día, sino también en su capacidad de narrar cambios socioculturales esenciales, siempre a través del lenguaje universal de la vestimenta.

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