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lunes, enero 27, 2025

Santiago Bal, Nico Vázquez y sus intentos fallidos de interpretar a Isidoro Cañones, el antihéroe maldito de la historieta argentina

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Santiago Bal recordó cuando no fue Isidoro

“Hubo una época en que era joven, y los demás jóvenes me asemejaban con Isidoro Cañones. A tal punto que en los boliches, en el trabajo, era algo que ya se había instalado el decirme ‘Isidorito’”, recordó en una entrevista el actor Santiago Bal, con esa mezcla de humor y nostalgia que lo caracterizaba.

La semejanza física y el carisma que lo rodeaban habían convertido al actor en el candidato ideal para interpretar a Isidoro Cañones, el icónico playboy creado por Dante Quinterno. Pero la promesa de ese papel, que parecía sellada con un contrato para cuatro películas, terminó siendo un espejismo que dejó en él un sabor amargo.

Santiago Bal y Mario Luciani en una escena del filme El Bromista (1981)

Era la década del 70 y Hugo Moser, reconocido productor y director, visualizó en Bal al perfecto Isidoro. La idea no era modesta: cuatro películas, con escenarios tan diversos como Mar del Plata, Punta del Este, Miami y Las Vegas contando las mismas vivencias que el personaje de historietas, que ya era un clásico para la época. Bal firmó el contrato con entusiasmo y ya se veía encarnando a quien tanto lo fascinaba.

“Ya está, estoy tocando el cielo con las manos, protagonista absoluto de esto”, se envalentonó, tal como reveló años después en una charla con Pipo Mancera en los clásicos Sábados Circulares, pero esta vez en la edición del año 2007 en la señal Crónica TV. “Yo ya estaba gastando a cuenta”, reconoció, en lo que tranquilamente podría haber sido un guion de alguna de las historietas del mayor bon vivant del país.

Dante Quinterno junto a Walt Disney, en los Estados Unidos.

La confirmación definitiva dependía de un detalle crucial: la aprobación del propio Dante Quinterno. Para eso, Moser organizó un almuerzo entre el creador del personaje y el actor. Pero antes, el productor fue claro con Bal: “Mirá, Santiago, yo sé que sos un tipo educado, pero el señor es extremadamente observador en este tipo de cosas. Te pido por favor, cuidate de cualquier cosa. Ni un carajito, ni un joder. Nada”, lo advirtió. Bal, con su habitual picardía, respondió: “Hugo, voy a ser como una niña. Quedate tranquilo”.

El almuerzo ese sábado al mediodía transcurrió sin problemas. Bal se mostró tan comedido que incluso llegó a bromear con la posibilidad de haber sido “demasiado delicado”. Todo parecía encaminado para que el lunes siguiente comenzaran las pruebas de vestuario y el rodaje. Su Isidoro Cañones estaba cada vez más cerca.

Sin embargo, el lunes no sonó el teléfono. Nada por lo que preocuparse, porque un atraso de producción puede ocurrir siempre. Tampoco el martes, ni el miércoles. La impaciencia del actor crecía con cada día de silencio, hasta que decidió llamar a la productora y preguntar por Moser. En cada requisitoria, se encontraba con la misma respuesta: “No está”.

Locuras de Isidoro apareció en 1968. La revista llegó a tener un tiraje de 300.000 ejemplares

El siguiente paso fue acercarse personalmente a la productora. Las caras largas en la oficina ya auguraban malas noticias. En su oficina, Moser le explicó lo que había ocurrido. Mientras jugaba al golf, Quinterno había compartido el proyecto con un amigo, quien lo alertó: “¿No será que esto le restará tiraje a tu revista?”. Esa duda bastó para que el creador de Isidoro cancelara las películas: “Tenés razón, entonces no las hago”, fue la respuesta de Quinterno.

Bal quedó devastado. “Hugo intentó consolarme diciendo que me iba a respetar el contrato, pero ¿qué íbamos a hacer, la vida mía? No le interesaba a nadie”, rememoró. Lo que prometía ser un hito en su carrera terminó de la peor manera: “Otra ilusión y otra desilusión”, sintetizó.

El personaje que Santiago Bal soñó encarnar era mucho más que un playboy. Nacido como un secundario en las aventuras de Patoruzú, había ganado su propia revista en 1940, convirtiéndose en un emblema de la sátira social argentina.

La historieta de Isidoro Cañones

Las historias de Isidoro eran comedias de enredos en las que su ambición, cobardía y torpeza lo metían en problemas de los que siempre lograba salir, generalmente gracias a su encanto o a la intervención de terceros. Pero detrás de esa fachada ligera, las historietas retrataban, con humor ácido, a una parte de la sociedad porteña: la que disfrutaba de la vida nocturna, los lujos y el mínimo esfuerzo.

A lo largo de las décadas, las historias de Isidoro capturaron el espíritu de cada época. Un ejemplo icónico es “Radio Cañones” (1972), donde Isidoro interactúa con caricaturas de figuras tan emblemáticas como Cacho Fontana, Lidia Satragno “Pinky” y Susana Giménez. Estos guiños no solo eran un reflejo de la actualidad, sino también un recurso para conectar con el público joven y adulto que constituía la mayoría de sus lectores.

La popularidad de la revista alcanzó su punto máximo en los años 70, cuando Isidoro trascendió el papel y llegó a la música. La Discoteca de Isidoro, lanzada en dos álbumes por EMI-Odeon en 1973 y RCA-Victor en 1974, compilaba los éxitos del momento, con el personaje comentando los temas desde las contraportadas. Era la consagración del “playboy mayor de Buenos Aires” como un ícono cultural que trascendía las viñetas.

Isidoro Cañones y Cachorra, en la versión animada en el años 2007

El universo de Isidoro no estaría completo sin los personajes que lo rodeaban. Su tío, el Coronel Cañones, era la figura autoritaria que intentaba “regenerarlo” constantemente. Este contraste generacional y moral era el eje de muchas tramas, donde el deber y la disciplina del Coronel chocaban con el hedonismo de su sobrino.

Otros personajes memorables incluyen a Cachorra Bazucca, una joven que se convierte en la discípula de Isidoro, aunque entre ellos también hay una tensión romántica que nunca se concreta. Su abuelo, el General Bazucca, era mencionado con frecuencia, pero nunca apareció en persona, siempre ocupado en alguna misión urgente.

El Capitán Metralla, compañero de armas del coronel, aportaba otro tipo de tensión al ser abiertamente hostil hacia Isidoro. Por otro lado, Ignacio Cañones, primo del coronel, era una versión mayor y más decadente del protagonista, siempre al borde de la bancarrota.

Promo de la película de Isidoro

Aunque el proyecto con Santiago Bal no se concretó, el playboy finalmente llegó al cine en 2007 con Isidoro: La película, una cinta animada que cuenta con las voces de Dady Brieva como Isidoro y Luciana Salazar como Cachorra. Si bien el filme no alcanzó el impacto de las historietas originales, fue un homenaje a un personaje que supo captar la esencia de su tiempo. Y reflotó un antiguo proyecto.

En el panorama televisivo de 2009, pocos anuncios despertaron tanta expectativa como la noticia de que Isidoro Cañones cobraría vida en un ambicioso espectáculo para la pantalla chica. Con un elenco que prometía brillar y un formato que evocaba la tradición porteña de la revista teatral, el programa, titulado La revista de Isidoro, parecía destinado a marcar un hito. Pero la historia de este proyecto resultó ser un relato de falsas ilusiones, desencuentros y un final abrupto.

La propuesta era audaz. Nicolás Vázquez fue elegido para interpretar al inconfundible Isidoro, mientras que Luciana Salazar ya no solo pondría la voz, sino también el cuerpo a la seductora Cachorra, aportando su innegable magnetismo y presencia escénica. La química entre ambos protagonistas prometía ser el eje central de un show concebido como un híbrido entre la comedia televisiva y el halo revisteril de la calle Corrientes.

La versión de Isidoro de Nico Vázquez

El programa no escatimaba en ambiciones: sketchs humorísticos, cuadros musicales con coreografías espectaculares, entrevistas a figuras del jet-set y monólogos ingeniosos a cargo de Isidoro. A ello se sumaba un elenco de lujo que incluía a nombres como Rodolfo Ranni, en el papel del estricto Coronel Urbano Cañones, y Roberto Carnaghi, el mayordomo Manuel, cuya fina ironía prometía arrancar carcajadas.

Las primeras grabaciones reflejaban la apuesta por la calidad. Incluso, la participación especial de figuras como Victoria Vannucci buscaba darle un toque de glamour adicional. Sin embargo, detrás del telón, las tensiones comenzaban a acumularse.

A pocas semanas del estreno anunciado, el canal América TV decidió postergar la emisión hasta el año siguiente. Los motivos nunca se aclararon del todo, pero la demora fue fatal. Nico Vázquez, consciente del impacto en su carrera, optó por desvincularse del proyecto debido a las ofertas en cine y teatro que no podía dejar pasar. Su decisión fue el empujón definitivo para un equipo ya golpeado por las incertidumbres.

Nico Vázquez y Luciana Salazar, en una versión de Isidoro Cañones que no llegó a la pantalla chica

Illusion Studios, la productora detrás de la comedia, trató de mantener la calma. “Nos tomaremos el tiempo necesario para elegir un nuevo protagonista”, afirmaron en un comunicado. Pero el proyecto comenzó a desdibujarse en el tiempo.

Al final, La revista de Isidoro quedó como una anécdota en la historia de la televisión argentina. Un sueño que prometía revivir el espíritu alegre y despreocupado del personaje de Dante Quinterno, pero que nunca logró despegar. Las luces de la revista porteña, que debían brillar en la pantalla chica, se apagaron antes de encenderse.

Isidoro Cañones sigue siendo un reflejo satírico de la Argentina. Su figura, entre la irresponsabilidad y el encanto, expone con humor las contradicciones de una sociedad que valora el esfuerzo, pero admira a quienes logran el éxito sin trabajar demasiado.

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