A juzgar por la frase de Churchill que encabeza su libro de memorias, Hugo Sánchez, 77 años, es de los empresarios que tiran del carro. Hijo de un maestro de escuelas técnicas y huérfano de madre a los 4 años, desde niño supo proteger a su hermano Carlos y vivir desde los 16 de lo que generaban sus manos.
El recorrido, reflejado en Buenos Frutos, memorias de medio siglo de la fruticultura argentina, trasciende al protagonista que las pasó todas y que con espíritu schumpeteriano supo hundirse y volver a surgir. Sánchez es la figura central de la fruticultura argentina y, tras la muerte de su hermano durante la pandemia, decidió “desnudarse” y contar su historia.
Su padre fue el director de la ENET 1 de Roca (Río Negro) y él comenzó, siendo muy joven, a trabajar en un taller mecánico. Su ingreso en la fruticultura fue a partir de un golpe de suerte.
El encuentro en una estación de servicio de Villa Regina con el alemán Ernst Volker Ohlsen, que buscaba frutas en el Valle para una cadena de supermercados europea, le cambió la vida y a sus 24 años nació Expofrut, la empresa que se convirtió en la mayor exportadora de frutas del país al compás de la innovación y profesionalización.
Desde entonces, multiplicó empleos y generó otras empresas en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén. Y se extendió a Europa, donde se zambulló en técnicas de cultivo y comercialización.
El golpe de Estado de 1976 y la tablita cambiaria de Martínez de Hoz, las devaluaciones, paros, cortes de ruta, heladas extremas, el granizo, el golpe de calor, que no falle el barco ni el contenedor, hasta el colapso que significó Chernobyl y las decisiones que se toman desde Buenos Aires con desconocimiento de una economía regional, se van sucediendo unas a otras.
Pero sobrevivió a la quiebra de centenares de empresas del Valle y siguió creciendo. No hay una receta en este libro, pero se palpa la resiliencia de este self made man.
El exembajador en EE.UU. Fernando Oris de Roa, destaca: “Siempre supo que la estrategia estaba narrada por sus clientes y supo escuchar”. El alemán Sven Heinsohn acota: “Corrió el riesgo de fallar y de perder mucho”.
El 18 de diciembre de 1980 y al frente de la Cámara Empresaria del Valle, Hugo Sánchez organizó el primer paro empresario, en medio de firmas que se fundían por el dólar atrasado y sus deudas y un ministerio de Economía que les decía: “si la manzana vale poco, planten otra cosa”. Los militares lo detuvieron y lo liberaron enseguida.
A fines de 1983 su vida dio otro vuelco cuando de la mano de Haroldo Grisanti, entonces titular de Tres Ases —una de las firmas líderes—, conoció a Domingo Cavallo e inauguraron en el Alto Valle la primera filial de la Fundación Mediterránea fuera de Córdoba.
Los hitos de su desarrollo empresario, desde la primera computadora y el impulso junto con su padre para generar la carrera de computación a la creación de un puerto con empaque y barcos frigoríficos en San Antonio Este, cuando se despachaba desde el más costoso Bahía Blanca; el cambio de variedades de la fruta orientadas al mercado internacional, marcan una vida sin descanso.
“Se trabajaba de lunes a sábado jornada completa y los domingos de 9 a 12 nos reuníamos para planificar la semana siguiente”, escribe. Con la convertibilidad llegó el momento de las inversiones y plantaciones nuevas en el Valle. A fines de 1999 tuvo discrepancias con uno de sus socios de Expofrut y armó una nueva compañía.
En años recientes, adquirió la renombrada Moño Azul y, en una jugada histórica, volvió a comprar Expofrut, la empresa que había fundado en la década del 70. Actualmente, el traspaso generacional es uno de sus enfoques en su holding, el Grupo Prima, liderado por su hijo Nicolás como CEO.
Sánchez tiene ilusión con el gobierno de Milei y enfatiza que en los valles de Río Negro y Neuquén hay una disponibilidad de agua que envidian en el mundo frutícola, tierras óptimas y una cultura frutícola de 80 años. Lo sintetiza en ventajas comparativas formidables y productores jóvenes.
Actualmente Prima contiene a negocios de agroindustria y turismo. Cuenta con una integración vertical que va desde la plantación hasta la mesa del consumidor europeo, y que incluye plantas de empaque y frigoríficos. Es el mayor exportador de fruta fresca de la Patagonia, con 1.400 hectáreas de peras y manzanas y 200 de kiwi orgánico en la bonaerense Sierra de los Padres.
Representa el 30% a nivel nacional y son los dueños del emblemático complejo Bahía Manzano en Villa la Angostura y de la empresa aérea Prima Air.
Vueltas del destino, el libro se presentó en el Palacio Hirsch que, diseñado por el arquitecto inglés John Robert Sutton en 1920, ocupó Alfredo Hirsch, el ejecutivo que transformó a Bunge y Born en el mayor conglomerado empresario de América Latina.
Escuchando a Sánchez, entrevistado por Teté Coustarot y Claudio Savoia, estaban, entre otros, Domingo Cavallo, Haroldo Grisanti, Miguel Pichetto, Eduardo Jacobs y varios miembros de la familia Favaloro, además de los dueños actuales del Palacio, Carlos y Mabel Arecco. Se bebió jugo de manzana.